Las siguientes son solo algunas de las posibles consecuencias de un régimen inapropiado de pérdida de peso:
a. Origina situaciones de desnutrición o déficit de vitaminas y minerales.
b. Aumenta el riesgo cardiovascular.
c. Favorece el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria, de enorme gravedad y peor pronóstico que la propia obesidad.
d. Transmite conceptos erróneos sobre la obesidad y su tratamiento.
e. Fomenta el sentimiento de frustración afectando negativamente el estado psicológico.
f. Induce cambios en el metabolismo energético que desencadenan estados de “resistencia” a la pérdida de peso con la realización de sucesivas dietas (efecto rebote o efecto “yo-yo”)
Cualquier régimen o "dieta" que limite de forma importante la ingesta de carbohidratos y no incremente la ingesta proteica se acompañará de degradación muscular, disminuyendo el tono metabólico basal (enlenteciendo el metabolismo) y estimulando el ahorro energético corporal.
Si adicionalmente no incrementamos la actividad física ni fortalecemos la musculatura, pues el desastroso resultado será el siguiente:
☑️ Perdida de peso acelerada y en corto tiempo producto de la degradación muscular;
☑️ Enlentecimiento y cambios en el metabolismo corporal (modo ahorro);
☑️ Déficit nutricional;
☑️ Ansiedad;
De esta manera, las dietas que nos permiten perder peso de forma rápida nos producirán a la larga un estado de depresión y fatiga que nos hace imposible continuarla. Posteriormente nos sentiremos mal y la ansiedad que esto produce aumenta la compulsión, es decir la ingesta de cantidades exageradas de comida (especialmente la restringida previamente), y cuya ingesta se acumula dramáticamente en forma de grasa pues la dieta favoreció un modo metabólico de ahorro.
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